divendres, 7 d’agost del 2009

Aforismos hospitalarios III

Hace tiempo vi un documental sobre una población del Cáucaso (creo que sobre la guerra de Bosnia) Enterraban a un niño con todas sus pertenencias. Como en algunos casos en nosotros, tenía cosas que sus familiares le reservaban para su edad adulta, como, significativamente, una maquinilla de afeitar. Eso me dio a pensar que la muerte es un golpe que termina con todo de un ser. Todo lo relacionado con esa persona pasa a ser pasado. No hay más presente para los muertos, eso es lógico. Lo que era ya no es. Lo que es más duro de reconocer, si cabe, es que el futuro de esa persona pasa a ser pasado también, pero sin haber llegado a ser presente. Esa maquinilla de afeitar, aunque material, reconoce como aunque no fuera propietario de su futuro (de haberlo sido, no hubiera perecido), todo el mundo es dueño de un futuro más o menos definido. Al morir, todos somos capaces de intuir como hubiera seguido viviendo el difunto. Un futuro pretérito.

En un hospital el futuro es algo que entra o sale por una puerta y lo dice una bata blanca o un mono verde. Es normal pensar que en un hospital no haya muchas referencias al futuro (sólo "recuperación positiva", "evolución" y esperanza). Entrar en un hospital es entrar en un tiempo que llamarle presente es un insulto, pero no hay, creo, otra posibilidad.

1 comentari:

cteix ha dit...

m'agrada molt com ho has escrit aleix

Potser que als hospitals el futur s'esperi i jugui damunt de les fitxes d'alta hospitalària. El retornaran al present o l'empaquetaran per anar de viatge. Però el futur no pateix perquè no s'acaba.
Potser.