Creo que una de las particularidades del individuo cultivado, en relación al poco educado, es la consciencia y la observación de la realidad como proceso. Para el no cultivado, todo es aislado, sin apenas causas y con lmitadas consecuencias en el desarrollo de otras actividades. Todo aparece y desaparece regido por una no norma invisible (no me atrevo a decir que es el azar). Como paradigma tenemos las modas y los deportes: el que hoy es "lo mejor del mundo", mañana es odiado. Sin más. Voy a poner el ejemplo de Joan Laporta, presidente del FCB. Hace un año era el mejor presidente del club, un ídolo de masas (llegó a participar en campaña electoral) y ahora es odiado por toda la afición.
La persona cultivada, por otro lado, se da cuenta de donde vienen las cosas (por qué suceden) y qué provocan y notan su fluidez. Aislar los fenómenos es sólo una práctica facilitatória de la comprensión. El isolamiento en extremo de los hechos provoca que se expliquen por ellos mismos o sin una causa exterior: las cosas se explican porqué sí. Pero ésto no es así. Todo pertence a un fluido mayor, a una comunión de factores, que lo provoca.
La sospecha se convierte en la primera herramienta del hombre y la mujer sabios. Pasar cualquier fenómeno cultural por la lupa de la sospecha nos conduce a la explicación del hecho, a veces radicalmente alejada: parte del auge del arte abstracto europeo de la segunda mitad del siglo XX se atribuye a la financiación de la CIA para éste arte, en plena guerra fría. Ahí es nada.
El hombre y la mujer no cultivados no recuerdan los "escenarios" (entre comillas porqué precisamente no existen escenarios, sino transiciones constantes) anteriores. Rafa Nadal y Samuel l'Etóo pueden parecer el mejor tenista y el mejor futbolista del mundo, pero nadie se acuerda ya de Carlos Moyá, de Ferrero, de Kluivert o de Rivaldo, que recibieron los mismos temporales aplausos. Lo mismo con la moda, los programas de televisión y el cine. No se acuerdan de los programas y éxitos cinematográficos pasados. Solamente el último éxito en cartel parece ser el novamás del séptimo arte.
Comprender que la historia se escribe sin puntos y apartes es un gran paso para el estudiante. La costumbre aristotélica de la clasificación es perniciosa por el caracter solitario de los hechos que de poco sive fuera de las realidades físicas. Desde los periodos artísticos hasta los cambios demográficos son procesos y, es más, estan relacionados en tanto que parte de un único proceso que es la cultura. Aprender significa, en parte, entender porqué Rúsia bombardea Georgia o porqué este año se llevan los colores neutros y los cuellos redondos. Estar cultivado es conectar cualquier hecho con un proceso mayor, abandonando su aparente soledad histórica. El universal de Kafka es la consciencia de la pertenencia a un proceso que no podemos controlar plenamente. Salir es imposible. El único control posible pasa por el conocimiento de la fluidez de uno mismo para saber hacia donde nos lleva el río.