He podido viajar durante dos tardes a una fría montaña de Islandia de la mano de Sjón y su zorro ártico. Novela corta y sutil, tiene mucho de Hemingway y de Bulgákov, un tanto de Melville y un poco de Poe. Una antigua leyenda local sirve para un completo juego de estilo cuyo montaje avanza armonicamente hasta las últimas páginas. Un zorro, un cazador. Una mujer con síndrome de Down, un pastor... Si alguna vez quisieran viajar a Islandia y no puedieran, lean El zorro ártico de Sjón. La buena literatura no tiene piernas, pero hace viajar.